Lo que menos se imaginó cuando sus padres y una tía la fueron a despedir a Ezeiza, el Viernes Santo, es que iba a terminar usando esos pulóveres que “por si acaso” puso en la valija. Pero el clima también está desorbitado en Miami, y Luisana Lopilato (20) lo comprobó ni bien llegó a esa ciudad. Las bikinis quedaron en un absoluto segundo plano, aunque la finalidad del viaje no pasaba por dorarse en las azules aguas de La Florida. Mucho más ambicioso aún, el plan de la actriz fue el de acompañar a su novio, el tenista Juan Mónaco (24), al Sony Ericsson Open, uno de los principales torneos del año. Y sobre todo estar a su lado el sábado 29, fecha en que el tandilense cumplió años y lo festejó de la mejor manera: ganando su partido de segunda ronda, emocionándose cuando le avisaron que Estudiantes le había ganado a Vélez, y celebrando a la noche con su atractiva girlfiend.
Encantada de visitar Miami, Luisana no se despegó de su novio cuando las circunstancias se lo permitían. Y el martes 25, el destino la recompensó con un hecho fortuito: Mónaco fue designado por las autoridades del torneo para nadar con los delfines en el Miami Seaqurium, una cita clásica en cada previa de Key Biscayne. Ella no dudó en acompañarlo al apasionante mundo de las mascotas marinas, que culminó con los ocho tenistas en una gigantesca piscina con los delfines. Lopilato esperó pacientemente la charla previa de los instructores y después contempló la aventura de su novio, a quien le sacó varias fotos con su pocket. Y quedó fascinada cuando le tocó a “Pico” nadar montado sobre el mamífero como si fuese un experto.
Al día siguiente, y como el clima seguía sin invitar a la playa, Luisana salió de compras con Mónaco por Lincoln Road, una de las arterias más fashion y emblemáticas de Miami Beach. Un paseo excitante para la vista y el paladar, por la cantidad de locales con prendas de última moda y restaurantes con exquisita gastronomía. Lo que más buscó la ex “Rebelde Way” fue maquillaje, y para eso llamó varias veces desde su celular a Mauricio Catarain, quien la asesoró con lujo de detalles.
Para no aburrirse en los momentos en que a Juan le tocaba entrenarse, Lopilato se refugió en la compañía de Verónica, la novia y futura mujer de Juan Ignacio Chela, y de Agustina Córdova, la novia de “Chucho” Acasuso. Con ellas recorrió otros puntos de interés como el Down Town y la cada vez más cotizada Brickell Avenue, programas con los que matizó la espera del “Día D”, el sábado 29. Ya con la confirmación de que el tandilense debutaría en el tercer turno de la tarde, la actriz le cantó el feliz cumpleaños a la mañana con la ayuda de sus suegros, Héctor y Cristina, también presentes en Key Biscayne.
Cuando llegó la hora del debut, el sábado por la tarde, Luisana se instaló en una de las tribunas cabeceras del Grandstand, el segundo court en importancia dentro de Crandon Park. A su derecha, un escalón arriba, se ubicaron los padres del tenista, y muy cerca del grupete se lo vio al periodista Víctor Hugo Morales junto con su mujer, Beatriz. El comienzo arrollador de “Pico” tranquilizó a su novia, que cada tanto era buscada por la mirada cómplice de él en los cambios de lado. En el segundo set, la reacción de Ryan Sweeting inquietó al contingente argentino, y Lopilato lo padeció tanto como su novio. Se cambió de lugar, se sacaba y ponía los anteojos, se levantó para ir al baño... Hasta que Mónaco puso las cosas en su lugar, y transformó un 5-2 abajo en 7-5 y partido. Ella festejó, saludó a sus suegros y sacó su cámara pocket para retratar un momento sorpresivo: el locutor del partido, una especie de voz del estadio, anunció el cumpleaños del argentino, quien fue agasajado con una enorme torta ante la ovación unánime y la sonrisa de esa rubia de musculosa celeste que tanto llamaba la atención.
La alegría de Mónaco fue incontrastable. Estaba tan feliz que no cabía en sí mismo: había ganado con momentos de buen tenis, Estudiantes también había ganado y seguía puntero, y sus afectos principales estaban allí con él, haciéndole pasar el “mejor cumpleaños de mi vida”. En su cabeza ya estaba el croata Mario Ancic, su rival a vencer en la tercera ronda. Pero eso correspondía a otro capítulo. Sea cual fuese su performance final en Key Biscayne, nada ni nadie le podrán quitar lo bailado. O mejor dicho, lo vivido.
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